Conocimos a Yolanda* en diciembre del 2018 en una zona rural de Tumaco. Ese mismo día, nos comentó una situación inconcebible: había pasado ya un año desde la erradicación de sus cultivos de coca y aún no había recibido el primer pago de la asistencia alimentaria. Desde que llegó el PNIS a su vereda, no ha pasado un solo día en el que Yolanda no haya tenido que pelear con los funcionarios por la falta de pagos. En las distintas conversaciones que hemos tenido sobre su caso, Yolanda repite, “con el programa todo ha sido problemas”.
Yolanda, como otros usuarios del PNIS, ha sido suspendida del programa debido a problemas de información respecto a su SISBEN, los funcionarios también le han dicho que hay inconsistencias en la verificación que hizo la UNODC sobre el levantamiento de sus cultivos. “Nosotros hemos mandado papeles a Bogotá y nada, con nuestros propios recursos”. Ante el fenómeno de la suspensión, los funcionarios del programa recomendaron enviar una serie de documentos, a modo de evidencia, con el fin de solventar estas inconsistencias. En el caso de Yolanda, ella tuvo que enviar fotos y coordenadas de su finca en donde se verificara la inexistencia de cultivos ilícitos, también tuvo que sacar certificados por parte de la junta de gobierno del consejo comunitario que acreditaba su pertenencia al consejo y a la vereda. Los costos de estos trámites, el transporte para radicar el papeleo salió de sus bolsillos. Esfuerzos que después de tantos años siguen sin resolverse. Por el contrario, la última notificación que les llegó a las personas de su vereda que estaban en una situación similar era que el programa ya las había expulsado.
Los años pasan y el incumplimiento se vuelve una realidad. En todo este tiempo, Yolanda ha seguido esperando sus pagos y que el programa le cumpla con los otros compromisos, con el proyecto de seguridad alimentaria y los proyectos de ciclo corto y largo. Es por esta razón que ella misma quiso hacer su propio galpón, para que cuando llegaran las gallinas de su proyecto de seguridad alimentaria ya tuvieron un sitio seguro donde ubicarlas. Yolanda nos insiste,
“A mí directamente el programa no me ha dado nada, estas cosas que yo tengo es porque me puse a hacer el galpón, para cuando me llegara el pollo, pero a mí no me han dado nada”.
“Nosotros aquí queríamos sembrar palma, pero como el gobierno no nos cumplió, nos metimos a un proyecto de cacao que nos dieron el abono y la semilla y pues ahí estamos”,
Doña Yolanda
El cacao dependiendo del precio puede ser un producto sustentable, según lo que hablamos con Yolanda. Sin embargo, el problema de estas tierras que fueron afectadas por la fumigación con glifosato es el deterioro de los suelos, lo que ha hecho que el cacao nazca muerto.
Yolanda sigue esperando oportunidades para sus hijos, para poder sacarlos adelante. Aunque el escenario de incumplimiento no da margen para balances optimistas sobre la sustitución, Yolanda nos recuerda
“Todavía soñamos con esto, a uno se le acaban los sueños cuando se muere”.
*Nombre cambiado por motivos de seguridad